FURIA DE TITANES
estreno el 31 de marzo


miércoles, 6 de febrero de 2008

"30 DÍAS DE OSCURIDAD"

LA NOCHE MÁS LARGA

Sinopsis: El pueblo de
Barrow, en Alaska, tiene la desafortunada fama de ser el pueblo más septentrional de los Estados Unidos de América. Por ello, cada verano, durante 30 días, queda sumido en una noche eterna. El frío se agudiza y dos terceras partes de sus habitantes emigran a otros lugares donde la luz del día ilumine sus amaneceres. Pero este año, esa noche eterna no será lo único contra lo que se verán obligados a enfrentarse: una comunidad de vampiros ancestrales ha decidido instalarse en Barrow durante esos 30 días de oscuridad, dispuestos a saciar su interminable sed de sangre con las vidas de aquellos que han decidido quedarse en el remoto pueblo.

No era misión fácil llevar a la gran pantalla una obra como “30 días de oscuridad”, convertido ya en un icono del cómic actual. Y es que el mayor acierto del planteamiento general de esta obra, es el entorno en
el que se ubica: un remoto paisaje de Alaska, gélido hasta la saciedad y perpetuamente nocturno, alejado de todo aquello que pueda recordarnos que, algún día, perteneció al reino de los hombres. Sin embargo, sus realizadores han conseguido plasmar de manera encomiable la asfixiante atmósfera de la obra original.
Si bien fue Sam Raimi quien rompió una primera lanza en favor de esta adaptación al poner las habas sobre la mesa, le corresponde al tándem Slade-Niles el éxito final de l
a cinta. Steve Niles no sólo es el autor del cómic-book, sino también el guionista de la película, por lo que podemos respirar tranquilos al saber que es gracias a él que ésta conserva todo el espíritu de su obra. Respecto a David Slade, ya nos sorprendió en su momento con su primer largo, “Hard Candy” (2005), y con este segundo largometraje ahonda más en su intento por demostrar su poderosa capacidad gráfica y visual. Y es que “30 días de oscuridad” le ha permitido volver por sus fueros con imágenes que rozan la estética del videoclip, con una iluminación y fotografía que hacen honor al espíritu original del cómic, y en las que nos sentimos continuamente atrapados hasta llegar a la asfixia. La composición casi pictórica de cada fotograma, el uso y abuso de la roja sangre sobre la blanca nieve, de la mortecina piel de los vampiros asomando bajo las oscuras sombras de esos días eternos, consigue recoger en su metraje toda la esencia de la obra.
Hay algo en ella
que nos recuerda al estilo de Neil Marshall, y otro poco que nos trae a la mente los mejores momentos de “La Cosa” (John Carpenter, 1982). Y sin embargo, sigue manteniendo el espíritu del cómic al que adapta, con unas imágenes plagadas de sombras y de ventiscas confusas, de un gore extrañamente elegante, de miedo irracional en cada pulgada de su metraje, y que queda acentuado por la sensacional banda sonora de Brian Reitzell –que por momentos también nos recuerda a la música de “La Cosa”–, reiterativa y metálica, grave e intencionadamente discorde, como una cadenciosa letanía inquieta y voraz, que apuntala cada fotograma sin darle al espectador un solo minuto de descanso.
Es destacable el mo
do en que han sido pincelados los vampiros, convertidos en auténticas bestias de gran inteligencia, cuyas guturales voces hablan una lengua que ensombrece la fonética de Mordor, y que nos pone los pelos de punta sólo con oírla.
Este cúmulo de detalles, engarzados con una maestría inusual en un director tan joven, pone de manifiesto un savoir-faire de insoslayable calidad que, con el paso del tiempo, convierta probablemente a ésta película en un auténtico clásico y referente del género de terror.