FURIA DE TITANES
estreno el 31 de marzo


martes, 25 de octubre de 2005

"THE DARK"

TERROR ISLEÑO

Sinopsis: La película nos cuenta la historia de Adelle (Maria Bello) y su hija Sarah (Sophie Stuckey), quienes van a visitar a James (Sean Bean), marido y padre de estas respectivamente, a una remota localización de la costa galesa. Allí desaparecerá Sarah bajo las olas ante la impotencia de sus padres, momento en que aparecerá una extraña y misteriosa niña llamada Ebrill (Abigail Stone), que supuestamente murió hace ahora cincuenta años. Esto llevará a Adelle a creer que esa niña posee el conocimiento de dónde está su hija y cómo traerla de nuevo a su mundo.

“The Dark” se manifiesta en un principio como una propuesta interesante dentro del panorama actual del cine de terror. Un plantel de actores que parecen estar en pleno apogeo de sus carreras (Maria Bello y Sean Bean), un director (John Fawcett) que ha recibido unas sorprendentes buenas crí
ticas por su película “Ginger Snaps” (2000) –críticas que no dejan de sorprender por su excesiva benevolencia– y una historia interesante basada en la novela “Sheep”, de Simon Magín (1994) y en cuyo guión participó el mismo guionista que en “Ginger Snaps”, Stephen Massicotte. Y lo cierto es que todo aquello que propone “The Dark” parece ir cumpliéndose, al menos hasta poco más de mitad de metraje cuando, como suele ir siendo habitual últimamente en el cine del género, los realizadores parecen perderse por completo en medio de sus propias cavilaciones y acaban por no saber cómo ni cuándo llevar la película a buen puerto.
En el caso que nos ocupa,
esta historia queda entretejida en un cúmulo de relaciones infructuosas, rencores, amor y esperanzas que pretenden con mayor o menor éxito convertir a los personajes en algo más que simples papeles de cartón; y en cierto modo Fawcett lo consigue a través de dos actores que se caracterizan por su fuerza interpretativa. Pronto nos damos cuenta, sin embargo, de que esto no va a ser suficiente para salvar la película. Estamos frente a un film de terror, y como tal esperamos que nos proporcione esa sensación. A los espectadores inteligentes no les van a valer ya las simples y recurrentes escenas subliminales con un grito o lamento cuyo volumen ha sido subido al máximo para asegurarse la sensación. Y sin embargo echan mano de él con bastante frecuencia a través de fotogramas que parecen sacados de un videoclip, con la típica niña de rostro blanquecino y ojos enfermizos frente a un trasfondo oscuro y húmedo.
Pero todo esto aún no nos debe importar demasiado, pues la historia promete y esperamos que esa misteriosa secta que practicó un suicidio colectivo hace casi cincuenta años, nos proporcione las sensaciones de miedo que tanto ansiamos. Por desgracia, la historia de la secta no irá más allá. Incluso las alusiones que hace, casi a modo de tenues pinceladas, a la mitología gaélica, no dejan de ser una esp
ecie de débiles atrezzos en una historia que pretende asentar sus cimientos en temas más sentimentales y humanos que sobrenaturales. En este sentido, el tema de la película se centra casi exclusivamente en el sentimiento de pérdida de una hija, y girará desde ese momento alrededor del amor entre padres e hijos, la necesidad de perdón y redención, y la fuerza del amor incondicional como instrumento que mueve al valor más profundo e irracional.
Tal vez por ello l
a película se queda en última instancia a medias tintas, recogida en un ámbito demasiado sentimental donde el terror va sintiéndose desplazado poco a poco hacia un segundo plano, y por tanto desilusionando al espectador que espera en todo momento la culminación de un planteamiento interesante con un desarrollo bastante pobre, y que al final sólo va a encontrarse con un refrito que nos recordará ineludiblemente a producciones anteriores de mayor gracia y fortuna, dejándonos con un regusto amargo y la sensación de que los realizadores podían haber mucho más para hacerse gustar.

lunes, 3 de octubre de 2005

"FRÁGILES"

LA FUERZA DEL TERROR PATRIO

“Frágiles” se nos presenta como un claro reflejo de lo que en su día ya fue “Darkness”. Jaume Balagueró vuelve a hacer uso de la fórmula que tanto éxito le propició en su momento, es decir, casas encantadas, presencias atormentadas e historias siniestras del pasado empaquetadas en un paisaje malsano y hostil, lluvioso y oscuro, que consigue acrecentar con la pesadez de su atmósfera la sensación de peligro y desasosiego. En un panorama actual del cine de terror donde las insensateces de los adolescentes se baten en franca retirada, donde el terror oriental comienza a hacer gala de una cansina repetición de conceptos, y donde la desconfianza hacia otro tipo de enfoques del género parece remitir a grandes zancadas en favor de películas de otras nacionalidades (largometrajes como “Creep”, “The descent” o “El internado” nos demostraron que así es), Balagueró se alza como una de nuestras más destacadas insignias en el panorama internacional del cine fantástico y de terror.
“Frágiles” nos narra la historia de un hospital infantil afincado en la Isla de Wight (Gran Bretaña) que está a punto de clausurar sus puertas. En ese momento, y coincidiendo con la llegada de una enfermera americana llamada Amy (Calista Flockhart), comienzan a ocurrir una serie de acontecimientos y accidentes que mantienen en vilo a la nueva empleada, pero sobre todo a los últimos niños que aún quedan en el centro. Poco a poco la curiosidad lleva a Amy a indagar en los oscuros corredores del hospital, y especialmente en el segundo piso, sellado no se sabe por qué desde hace mucho tiempo.
Una Calista Flockhart apática y muy poco convincente en la primera media hora se convierte en hilo conductor entre los niños de Mercy Falls y los adultos que cuidan de ellos, manifestando un especial vínculo con Maggie, una niña sensible a los extraños eventos que allí ocurren. El actor Richard Roxburgh interpreta a Robert, el médico de guardia con el que Amy coincide durante el turno de noche. También él parece un poco fuera de órbita. No creo que nadie eche de menos que los personajes no estén tan elaborados como en “Darkness” o “Los Sin Nombre”, ya que esta vez Balagueró ha roto una lanza más en favor de la historia y la ambientación.
Hay que hacer especial hincapié en algunas pinceladas de gran calidad en la fotografía de Xavi Giménez (quien se supera a sí mismo desde “Darkness”) y también en la música de Roque Baños, puesto que en ambos casos se contribuye a enfatizar el minucioso paisaje de la obra. Pero sin lugar a dudas lo mejor de todo es la puesta en escena de la tenebrosa segunda planta del Hospital Mercy Falls, pues es en estas secuencias donde la música y la fotografía ayudan de manera más sensacional a bordar los momentos que constituyen el clímax de la cinta.
Pero, por otro lado, Balagueró ha cometido un error clásico en las películas del género que, pese a ser efectivo, no deja de resultar innecesario, y hace entrever una sospechosa falta de talento o, cuanto menos, pocas ganas de hacer buen uso de oficio. Me estoy refiriendo al empleo excesivo de los recursos de audio, como puedan ser la música, los efectos sonoros o incluso el volumen de las voces (como por ejemplo cuando Amy está oyendo voces extrañas por el teléfono y Robert la llama con un tono doblado o incluso triplicado). No se quiere entender que lo que asusta no es la escena en sí, sino el mero hecho de aumentar el volumen de los sonidos, y sin embargo todos ellos parecen convencidos de estar haciéndolo bien. A esto hay que sumar un epílogo en tonos pastel que disminuye relativamente el gusto agridulce de los últimos diez minutos de la cinta.
Por suerte, estos odiosos y reiterativos errores de concepto quedan difuminados bajo la excelente puesta en escena que nos brinda Balagueró, con un final trepidante y sobrio que dejará a los espectadores anclados al brazo de sus butacas (si no al de sus acompañantes), demostrando que no en vano ha pasado a ser uno de los directores nacionales con mayor reconocimiento y proyección dentro del cine fantástico internacional.