FURIA DE TITANES
estreno el 31 de marzo


viernes, 5 de enero de 2007

"BLACK CHRISTMAS"

UNA PESADILLA RECURRENTE

Sinopsis: Las jóvenes pertenecientes a una hermandad universitaria, se disponen a pasar la fiesta de Navidad en su sede, antaño hogar de un niño llamado Billy, conocido por haber asesinado a sus padres, y que desapareció misteriosamente. Lo peor de todo, es que la casa en la que se disponen a pasar la noche, fue en otro tiempo el hogar de Billy. Una amenazante llamada telefónica realizada desde el interior de la casa, despertará en las muchachas sus peores miedos.

Nada hay de nuevo en “Black Christmas” (Glen Morgan, 2006), salvo tal vez la ferviente voluntad de rescatar con cierta dignidad un subgénero como el slasher, que tan buenos momentos ha proporcionado a los amantes del terror, sobre todo en las décadas de los 70 y los 80, y que
ha intentado resurgir constantemente desde aquella época en cintas como “Scream” (Wes Craven, 1996), “Sé lo que hiciste el último verano” (Jim Gillespie, 1997) o “Leyenda urbana” (Jaime Blanks, 1998), unas con mayor acierto que otras. No en vano es un re-make de una película de 1974 dirigida por Bob Clark, llamada “Silent night, evil night”. No confundir con “Silent night, deadly night”, de 1984, y dirigida por Charles E. Séller, con la que nada tiene que ver.
El responsable de esta versión lleva a sus espaldas cierta experiencia en el género, con películas como “Desafío Final” (2000) o “Willard” (2003), y muestra de ello es que ha sabido conjugar con bastante acierto los elementos básicos que caracterizan a este tipo de producciones: adolescentes carnales, psicópatas siniestros, escenarios alejados y desolados, y las dosis pertinentes de asesinatos rituales y sangrientos. Difícilmente llegará a
convertirse en un blockbuster, pero saldrá del paso.
Tal vez lo mejor de la cinta, sea la elegancia con que ha recuperado el espírit
u de los slashers de finales de los 70 y principios de los 80, al estilo de “Cumpleaños mortal” (J. Lee Thompson, 1981), “El Día de la Madre” (Charles Kaufman, 1980), “San Valentín sangriento” (George Mihalka, 1981), o algunas con mucho más renombre y repercusión como “Viernes 13” (Sean S. Cunningham, 1980) o “Halloween” (John Carpenter, 1978). El montaje de las escenas de mayor tensión está laboriosamente trabajado, y en ellas se puede apreciar la experiencia que su director adquiriese en este tipo de escenas durante el rodaje de “Destino Final” y también en su tercera entrega.
Al otro lado de la balanza tenemos también, por desgracia, todos los tópicos que siempre solieron caracterizar a este tipo de películas, es decir, interpretaciones insolventes, psicópatas poco elaborados y un desenlace atropellado, poco meditado y tal vez demasiado sobado, que acaba dejándonos un regusto extraño: amargo al principio, pero dulce al mismo tiempo, ya que se recupera algo del espíritu de aquellos viejos slashers que tan buenos (y malos) momentos nos hicieron pasar.

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