FURIA DE TITANES
estreno el 31 de marzo


miércoles, 12 de diciembre de 2007

"SOY LEYENDA"

VAMPIROS POSMODERNOS

Sinopsis: El científico militar Robert Neville (Will Smith), se ha convertido en el único hombre vivo sobre la faz de la tierra. Un virus de laboratorio se ha propagado con inusitada y mortífera rapidez, aniquilando por completo el mundo tal y como lo conocemos. Abocado en una desesperada búsqueda or salvar su cordura y al mundo mismo, Neville se enfrentará con sus fantasmas interiores, y con seres humanos convertidos en terroríficas criaturas de la noche.

Hay algo en la novela de Richard Matheson ("Soy leyenda", 1954") que me hizo estremecer de desasosiego cuando la leí, hace ahora ya más de diez años. Tal vez fuera ese intento casi maníaco de Robert Neville por salvar su propia cordura, o puede que el simple hecho de encontrarme frente a la que es sin duda una de las mejores obras literarias del terror contemporáneo. Por desgracia, poco de ello encontramos esta vez en la que es la tercera adaptación cinematográfica de la obra cumbre de Richard Matheson.

A quien esto suscribe le sorprendió gratamente la primera versión ("El último hombre sobre la Tierra", Ubaldo Ragona, 1964), con un impecable Vincent Price un poco teatral. Charlton Heston hizo de las suyas en la segunda adaptación ("El último hombre... vivo", Boris Sagal, 1971), en cuyo guión su creador ni siquiera llegó a participar, aunque sí que lo hizo en la primera. Acorde a aquellos tiempos, esta versión fue bastante más apocalíptica, dejando de lado gran parte del bagaje humano que caracterizaba a la obra. Desgraciadamente, "Soy leyenda" (Francis Lawrence, 2007) es antes un remake de ésta última que una fiel adaptación de la novela.
Para aquellos a quienes esto no les importe, sigan adelante. Se encontrarán frente a una película que sin duda satisfará sus apetitos navideños, con una impecable puesta en escena donde destacan, sobre todo, las apabullantes y desérticas escenas de una ciudad de Nueva York asolada por la vegetación, y manadas de animales campando por doquier, mientras Will Smith recorre las calles fusil en mano, como antaño hiciera el que fuera presidente de la National Rifle Association. Lo peor de todo es que, esta vez, la grandeza del personaje de Robert Neville ha quedado convertida en poco más que una mera anécdota, en un puñado de flashbacks sin espíritu ni motivación, insertos en la cinta con escaso acierto y mucha desgana. Los esfuerzos de Smith por manifestar credibilidad, dada la grandeza del personaje literario, no sirven para mejorar en demasía las deficiencias del film. Sus responsables lo intentan suplir con la adición de unas innecesarias pero impactantes criaturas digitales, a medio camino entre el Gollum de "Las Dos Torres" (Peter Jackson, 2002) y los seres subterráneos de "The Descent" (Neil Marshall, 2005), a las que añaden una pizca de los agónicos alaridos del sacerdote Imhotep en "The Mummy" (Stephen Sommers, 1999). Las adrenalínicas escenas en las que aparecen dichas criaturas, desvestidas una vez más de la humanidad e inteligencia que les confirió su creador en la obra literaria, consiguen al menos mantener en vilo al espectador, pero pierden a su vez todo el sentido que tenían inicialmente. Los originales vampiros endémicos que volvieron del revés el concepto clásico del terror como si de un calcetín se tratara, se convierten en esta cinta en poco más que una incontrolada jauría de pseudozombis dispuestos a arrasar con todo lo que encuentren a su paso. El acoso sufrido por el personaje tanto en la novela como en las dos anteriores adaptaciones, ha quedado reducido a cenizas por unas criaturas salvajes que apenas se limitan a gruñir obscenamente.

Y por último, ese mensaje esperanzador y casi empalagoso que caracteriza las producciones hollywoodienses, alejado infinitamente del mensaje primigenio recogido en la obra de Matheson, y maquillado conveniente y apresuradamente para parecer algo que no es, y que nos proporciona un final pobre que no está a la altura del concepto general de la cinta y mucho menos de la obra.
En definitiva, un producto apto para el consuño navideño,diseñado para el lucimiento personal de la estrella Will Smith (y del perro que le acompaña), y convertida en otra ocasión perdida para adaptar como merece una de las obras cumbres de la literatura de terror y ciencia-ficción contemporáneas.

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