FURIA DE TITANES
estreno el 31 de marzo


sábado, 1 de diciembre de 2007

ESPECIAL BLADE RUNNER

BLADE RUNNER: 25 AÑOS ESPERANDO EL FUTURO
Veinticinco años han pasado desde que se estrenó Blade Runner (1982), y siempre sigue pareciendo que falten veinticinco años más para que nos adentremos en su decadente y futurista mundo, visionado por Ridley Scott y, antes que él, por Phillip K. Dick, su verdadero padre. Ahora, con motivo de esta fecha tan singular, su director se prepara para lanzar la que será la tercera revisión de una de las obras cumbres del cine de ciencia-ficción de todos los tiempos, en donde podremos ver nuevas escenas que han sido filmadas expresamente para tan especial celebración.

Uno puede no sorprenderse por éste hecho, pero no puede eludir la sorpresa que se siente al descubrir que, el mundo de Blade Runner, sigue siendo igual de distante y posible. Es un mérito indiscutible y raro, muy poco habitual en las películas del género, y justamente por ello mucho más meritorio. A pesar de su estética netamente futurista, Blade Runner posee el encanto del cine negro clásico. Dos elementos en particular, esa voz en off de Harrison Ford a lo Raymond Chandler, y una fantástica Sean Young en un atrayente papel de femme fatale, no pretenden sino subrayar el carácter policíaco del filme al más puro estilo del cine negro clásico. El propio Ridley Scott lo dijo el año mismo de su estreno: “es una película situada dentro de cuarenta años, hecha en el estilo de hace cuarenta años”. Solo que ya son sesenta y cinco los años que la separan de la época dorada del cine negro, y ahora parece que no son cuarenta, sino otros sesenta y cinco los años que nos quedan para llegar al futuro que vaticina casi de un modo profético. Syd Mead fue el responsable de realizar toda la concepción gráfica de esta cinta, siempre bajo la supervisión y apuntes del propio Scott. Así por ejemplo, uno de los elementos más característicos del filme, el spinner, vehículo de la policía que no es más que el resultado de un cuidado tunning aplicado a un automóvil de los años 80, que contrasta con el uso de bicicletas en el atiborrado barrio chino. Esto es resultado del intento –fructuoso– del director por mostrarnos una sociedad pluralizada y multiétnica, un mundo en el que la identidad y la herencia cultural son una caótica amalgama que, a su vez, genera una identidad propia y única, por imposible que parezca. Lo vemos también en los planos de la ciudad, donde los McDonalds han sido sustituidos por pequeños establecimientos en donde se vende comida china precocinada, a orillas de grandes edificios y calles húmedas por una perpetua lluvia que ya presagiaba el cambio climático. Piramidales fachadas vítreas de aspecto colosal y frío, se contraponen a edificios que son orgulloso vestigio de un mundo más antiguo, donde esculturas y gárgolas, volutas y acantos neoclásicos tallados en piedra, siguen resistiendo el maltrato del tiempo y el olvido. Se puede rastrear en su arquitectura la herencia de “Metropolis”, de Fritz Lang, hecho que Scott ha reconocido sin tapujos. Siempre es de noche, y siempre llueve. Encontramos tiendas de comida-basura junto a almacenes de suministros varios para la ingeniería genética aplicada a los androides, mientras enormes carteles luminosos se empeñan en bombardear constantemente a los habitantes de esa monstruosa ciudad con anuncios reiterativos y asfixiantes. Parece como si la más terrible oscuridad se hubiese cernido sobre el futuro de los hombres en un mundo dominado por el caos y la indefinición. De hecho, los expertos afirman que, con Blade Runner, el subgénero del cyberpunk cobró forma por primera vez. Era un nuevo concepto dentro de la ciencia-ficción, surgido de la simbiosis entre el arte New Age, y el postmodernismo académico más avanzado, al que se le añaden ecos del cine negro.
La excelente banda sonora de Vangelis, quien acababa de ganar un Oscar por la BSO de “Carros de fuego”, se convirtió en un auténtico icono musical para los amantes de las BSO y de la música New Age, y que no sólo dotó de mayor personalidad a la cinta, sino que marcó el inicio de una nueva era para las bandas sonoras. Esa extraña y grata mezcolanza entre el jazz y el blues, fusionados a su vez con la música electrónica, y unos toques puntuales de noise, la convirtieron en una obra maestra sin precedentes. Sus notas melancólicas y dulzonas armonizaban con las facetas más neogóticas de la película, mientras que aquellas más electrónicas, se encargaban de recordarnos que sus personajes estaban viviendo en un futuro próximo.
Gracias a esta película saltó al estrellato el actor holandés Rutger Hauer, gracias a su fabulosa e inquietante interpretación del replicante nexus 6, Roy Batty, un moderno monstruo de Frankenstein humanizado hasta límites insospechados, un villano convertido en mártir de su propia causa. Su gran monólogo al final de la película, ha quedado inmortalizado como uno de los más famosos de la historia del cine, y por ello me daré el gustazo de transcribirlo aquí, para mi deleite y el de muchos otros:
“Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto atacar naves ardiendo más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.
Blade Runner es una de esas películas que dejan una huella imborrable en el espectador, y no únicamente en el espectador casual, sino en aquel más avezado, el que es capaz de detenerse y leer entre líneas el mensaje que hay implícito en ella. Prueba de esto fue su fracaso en las taquillas, donde durante la primera semana de proyección, tan sólo recaudó poco más de 6 millones de dólares. En gran parte, éste fracaso se debió a que su estreno coincidió con el de “E.T., el Extraterrestre”, película que sí iba dirigida a un público bastante menos exigente y capaz, más interesado en pasar un rato agradable sentado en su butaca que en devanarse los sesos frente a planteamientos metafóricos, proféticos y catastrofistas que ponían en tela de juicio un posible futuro deshumanizado y falto de esperanzas.
Hoy en día, nadie niega que Blade Runner, es una película única en su género. De su impagable herencia han bebido películas posteriores como “Matrix”, “Terminator”, “Dark City”, “El Cuervo”, “Robocop”, “El Quinto Elemento”, “Días Extraños”, “Desafío Total”, “Minority Report” o “Johnny Mnemonic”, entre otras muchas. Y eso sólo en lo que al mundo del cine se refiere. En la literatura tenemos toda una corriente de escritores cyberpunk, como William Gibson (autor de la archifamosa “Neuromante”), Bruce Sterling, Pat Cadigan o Rudy Rucker, e inspiró algunos juegos de rol de los 80, como “Shadowrun” o “Cyberpunk”.
Ahora tenemos la oportunidad de poder disfrutarla de nuevo en el cine, en el que se ha dado en llamar “Blade Runner: Final Cut”. Y con éste, irán siete versiones, aunque sólo dos de ellas fueron estrenadas en salas (“Blade Runner” y “Blade Runner: Director’s Cut”), claro signo del difícil parto que supuso su rodaje y proyección. Según se rumorea –y uno no puede fiarse siempre de la rumorología–, Scott ha rodado alguna escena nueva, e incluso ha vuelto a rodar alguna que otra escena original, como aquella en la que Deckard da muerte a Zhora, la replicante. Parte de ese rumor dice que, para la escena, Scott necesitó echar mano del hijo mayor de Ford, quien guarda un parecido más que razonable con su padre. Si no hay cambios, se espera su reestreno en cines para finales de éste verano de 2007, y una edición definitiva en una caja de DVD que incluirá las tres ediciones oficiales proyectadas en los cines: “Blade Runner”, “Blade Runner: Director’s Cut” y “Blade Runner: Final Cut”. Imagino yo, que ya puestos le añadirán una nutrida cantidad de extras.
A buen seguro que los nuevos espectadores encontrarán en ella un futuro igual de desesperanzado que aquel que nosotros, los afortunados generacionales, pudimos disfrutar en su momento.
Pero no os preocupéis si habéis llegado tarde. Ese futuro, aún está por llegar.

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